Hace cuatro años, en mi anterior viaje a México hube de anticipar mi regreso y me perdí la visita a este lugar, hueco que he rellenado con creces el pasado mayo.
Había aterrizado a las siete de la mañana (después de un inusual vuelo de 13 horas en el que tuvimos que bajar hasta Canarias para esquivar la nube del volcán islandés Eyjafjalla), y recién llegado al hotel contraté un taxi que me llevara a Teotihuacán.
En realidad, Pablo es mucho más que un taxista, ya que es sociólogo, y tiene amplísimos conocimientos sobre la zona, y sobre antropología mesoamericana. Sus explicaciones fueron, además de amenas, muy interesantes.
Aunque el complejo puede visitarse andando, las distancias son grandes, y como el calor aprieta, conviene disponer de un vehículo. Si además es un guía con experiencia quien nos lleva, entonces podremos ahorrar tiempo y ver más cosas. Os lo recomiendo encarecidamente si vais por México capital.
El lugar en el que fueron hechos los dioses, eso es lo que significa este nombre que a los europeos nos resulta tan extraño. Poco a poco, según van pasando los días, nos iremos haciendo a estos topónimos, aunque nunca sin dificultad. No en vano, son muchos los pueblos y civilizaciones que han ido habitando este territorio a lo largo de los siglos.
Teotihuacán está en un valle, a unos 45km de Ciudad de México y a 2.300 metros de altitud. El complejo es muy extenso, y sólo ha sido excavado un 10%. Se estima que en el periodo Clásico, el de mayor apogeo, la ciudad pudo estar habitada por 200.000 personas, algo completamente inusual en la Europa de aquellas fechas (ss. II-VI).
La línea roja del plano es la llamada Calzada de los Muertos, al final de la cual podemos encontrar la pirámide de la Luna. A medio camino está otra pirámide, más grande, llamada del Sol. Sus nombres proceden de una leyenda, aunque los estudiosos están cada vez más convencidos de que no son los originales. Al sur encontramos la ciudadela y el palacio de Quetzacoatl.
En realidad son pirámides truncadas que albergaban templos dedicados a los dioses en lo más alto. De estos templos, fabricados con materiales perecederos, no queda nada. Las piedras volcánicas con las que fueron construidas son pequeñas, a diferencia de las egipcias. Es fácil reconocer las sucesivas etapas de construcción, y cómo las pirámides fueron creciendo con el paso del tiempo.
La ciudad fue destruida en el siglo VII, sin que se sepan las razones. Parece ser que la tala masiva en los alrededores, para proveer de madera a los fabricantes del estuco que adornaba templos y palacios pudo tener una influencia decisiva en el abandono. Lo cierto es que apenas se sabe algo de sus habitantes.
En próximas entradas nos iremos acercando a los principales monumentos y os contaré más cosas.